miércoles, 23 de enero de 2013

Jardines verticales



Jardines verticales.
Los muros de piedra, tan característicos de los paisajes de Sierra Morena Occidental, están muy bien representados en el término de Santa Ana la Real.
Constituyen desde tiempos inmemoriales el sistema más práctico y habitual para delimitar las fincas, ya que utilizaban como elementos constructivos las piedras que se retiraban de los terrenos para facilitar las labores agrícolas.
Doradillas (Asplenium ceterach)

En tiempos recientes muchos se han venido deteriorando por falta de mantenimiento y otros han sido sustituidos por vallados metálicos. En consecuencia, debería ser prioritario por parte de las administración del Parque Natural implementar políticas encaminadas a su protección y conservación, ya que estos muros de piedra, junto con la dehesa y el cerdo ibérico pastando en ella, constituyen partes esenciales del paisaje de la sierra onubense.
Al margen de su valor paisajistico, los muros de piedra constituyen un hábitat muy especial para interesantes comunidades de plantas rupícolas que encuentran allí su refugio. Dichas comunidades vegetales varían muchísimo según se trate de muros en solana o en umbría, lo cual es lógico dado lo limitante que es para la vida vegetal un recoveco entre las rocas que en verano alcance los 50C al sol y con una muy escasa humedad, condiciones que pasan a ser más soportables para algunas especies cuando el muro se halla sombreado o con orientación norte.

Las dos especies vegetales más características de estos muros son la doradilla (Asplenium ceterach) y el ombligo de Venus (Umbilicus rupestris). El primero es un pequeño helecho de hojas recias que, en condiciones de sequía estival, se encoge haciéndose un gurruño, para renacer con las lluvias otoñales. Por su parte, el ombligo de Venus es una planta de la familia de las crasuláceas, con hojas carnosas circulares con una depresión en el centro. Curiosamente, ambas tienen propiedades medicinales.
La doradilla se ha usado en medicina popular como diurética, colerética e hipotensora,  mientras que la aplicación más reseñable del ombligo de Venus es su poder cicatrizante y antiséptico.
Cuando nos encontramos ante un muro de piedra sombreado la comunidad vegetal se ve muy incrementada. En esta situación podemos observar con facilidad otros dos helechos: el Asplenium trichomanes y el Asplenium onopteris, gran variedad de musgos y hepáticas, Selaginella denticulata y algunas plantas superiores como el geranio de San Roberto (Geranium robertianum) de característico olor acre, o su primo hermano el Geranium purpureum, y la cosmopolita escrofulariácea de bellas aunque diminutas florecillas Scrophularia cymbalaria. Con frecuencia nos encontramos con muros de piedra en umbría completamente verdes por su cobertura vegetal, principalmente por su tapiz de musgos, en los que las piedras sólo se adivinan por las formas redondeadas que se pueden intuir bajo el espeso manto que las cubre.
Es muy característico también de estos muros de umbría la presencia de hiedra (Hedera helix), que aunque no arraiga normalmente en las hoquedades del muro, sino en su base, abraza las rocas que forman el muro, como para evitar que se desplomen.
Sedum brevifolium
Como decíamos antes, las condiciones para la vida vegetal de un muro de piedra en       solana son bastante más duras, por lo que su cobertura es más austera. Generalmente serán más abundantes los líquenes que los musgos y, a parte de algunas plantas comunes que consiguen arraigar entre las piedras, cabe destacar en el área de Santa Ana la Real la presencia en estos hábitats rupícolas artificiales de dos helechos resistentes a las condiciones  de sequedad y temperaturas extremas: el Cheilantes acrosticha y el Cheilantes hispánica, así como la crasulácea Sedum brevifolium, de diminutas hojas carnosas rosadas o glaucas pruinosas.

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