Jardines verticales.
Los muros de piedra, tan característicos de los paisajes de
Sierra Morena Occidental, están muy bien representados en el término de Santa
Ana la Real.
Constituyen desde tiempos inmemoriales el sistema más
práctico y habitual para delimitar las fincas, ya que utilizaban como elementos
constructivos las piedras que se retiraban de los terrenos para facilitar las
labores agrícolas.
Doradillas (Asplenium ceterach) |
En tiempos recientes muchos se han venido deteriorando por
falta de mantenimiento y otros han sido sustituidos por vallados metálicos. En
consecuencia, debería ser prioritario por parte de las administración del
Parque Natural implementar políticas encaminadas a su protección y
conservación, ya que estos muros de piedra, junto con la dehesa y el cerdo
ibérico pastando en ella, constituyen partes esenciales del paisaje de la
sierra onubense.
Al margen de su valor paisajistico, los muros de piedra
constituyen un hábitat muy especial para interesantes comunidades de plantas
rupícolas que encuentran allí su refugio. Dichas comunidades vegetales varían
muchísimo según se trate de muros en solana o en umbría, lo cual es lógico dado
lo limitante que es para la vida vegetal un recoveco entre las rocas que en
verano alcance los 50C al sol y con una muy escasa humedad, condiciones que
pasan a ser más soportables para algunas especies cuando el muro se halla
sombreado o con orientación norte.
Las dos especies vegetales más características de estos
muros son la doradilla (Asplenium ceterach)
y el ombligo de Venus (Umbilicus rupestris).
El primero es un pequeño helecho de hojas recias que, en condiciones de sequía
estival, se encoge haciéndose un gurruño, para renacer con las lluvias
otoñales. Por su parte, el ombligo de Venus es una planta de la familia de las
crasuláceas, con hojas carnosas circulares con una depresión en el centro.
Curiosamente, ambas tienen propiedades medicinales.
La doradilla se ha usado en medicina popular como diurética,
colerética e hipotensora, mientras que
la aplicación más reseñable del ombligo de Venus es su poder cicatrizante y
antiséptico.
Cuando nos encontramos ante un muro de piedra sombreado la
comunidad vegetal se ve muy incrementada. En esta situación podemos observar
con facilidad otros dos helechos: el Asplenium
trichomanes y el Asplenium onopteris,
gran variedad de musgos y hepáticas, Selaginella
denticulata y algunas plantas superiores como el geranio de San Roberto (Geranium robertianum) de característico
olor acre, o su primo hermano el Geranium
purpureum, y la cosmopolita escrofulariácea de bellas aunque diminutas
florecillas Scrophularia cymbalaria.
Con frecuencia nos encontramos con muros de piedra en umbría completamente
verdes por su cobertura vegetal, principalmente por su tapiz de musgos, en los
que las piedras sólo se adivinan por las formas redondeadas que se pueden
intuir bajo el espeso manto que las cubre.
Es muy característico también de estos muros de umbría la
presencia de hiedra (Hedera helix),
que aunque no arraiga normalmente en las hoquedades del muro, sino en su base,
abraza las rocas que forman el muro, como para evitar que se desplomen.
Sedum brevifolium |
Como decíamos antes, las condiciones para la vida vegetal de
un muro de piedra en solana son
bastante más duras, por lo que su cobertura es más austera. Generalmente serán
más abundantes los líquenes que los musgos y, a parte de algunas plantas
comunes que consiguen arraigar entre las piedras, cabe destacar en el área de
Santa Ana la Real la presencia en estos hábitats rupícolas artificiales de dos
helechos resistentes a las condiciones
de sequedad y temperaturas extremas: el Cheilantes acrosticha y el Cheilantes
hispánica, así como la crasulácea Sedum
brevifolium, de diminutas hojas carnosas rosadas o glaucas pruinosas.
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